Foniatría emocional

Llegué a Madrid completamente perdida.
-"Tienes voz de tirada, de pasota. Como de etapa de crisis existencial, de cambio."

Y así en dos oraciones un foniatra me abrió los ojos a la fuerza, como cuando te los sujetan para echarte colirio. Se llama Manuel, y vive en la calle Valverde. Me da cuentos para que lea en voz alta y en su boca mi depresión suena ridícula. A lo mejor es porque su columna de aire sale sin obstáculos, su voz es limpia. En una voz así no cabe una crisis.

Manuel me enseña a respirar con el estómago. Este órgano acaba siendo el principio y fin de todo lo mío: es mi nervio emocional, mi maldición digestiva, el receptor inesperadamente obligado de mi oxígeno. Es difícil, la verdad, controlar la respiración; este acto automático lo llevo haciendo automáticamente mal toda mi vida. Hacer consciente lo inconsciente para cambiarlo es una tarea agotadora. Sin embargo, me cura.

Ahora hablo más claro y no estoy mas triste.